¿Te ha pasado alguna vez que te consigues a ti
misma soñando con algo que si pudiesen las personas a tu alrededor ver en una
pantalla, te avergonzarías terriblemente?
Si hay algo que nosotras las mujeres comúnmente
escondemos, son los deseos de intimidad física y sexual. Aunque nuestra libido
no se activa necesariamente a través de la mirada, ciertamente nuestros
pensamientos e imágenes mentales nos conducen a soñar a veces mucho más que lo
que lo podría hacer un hombre.
Está comprobado, que para las mujeres es más
atractivo leer un libro con tendencias eróticas que mirar explícitamente una
escena sexual, esto porque la mujer se conduce a través de los pensamientos y
las emociones que eso le causa. Un buen ejemplo de esto, son las recientes
novelas eróticas e incluso explícitamente sadomasoquistas, que han causado
revuelo y encabezado las listas de los superventas en todo el mundo, y que por
supuesto sus principales lectoras son mujeres.
¿A qué viene todo esto?
El movimiento liberador femenino cada vez
desarrolla más la ideología de igualdad hombre - mujer, queriendo fomentar el
hecho de imitar al hombre incluso en sus peores facetas: infidelidad, múltiples
parejas, poder absoluto, dominación sobre el sexo opuesto, desinterés en los
sentimientos de la otra persona para darse el permiso de utilizarlo como un
objeto. Me pregunto ¿realmente queremos caer en los mismos errores?
Me considero muy pro-oportunidades igualitarias
para el hombre y la mujer y soy fiel creyente de que tenemos capacidades
excepcionales que nos hacen en muchos sentidos irreemplazables y de
imprescindible valor para la sociedad, pero existe un hecho: no somos iguales a
los hombres. Y no creo que debamos serlo, debemos estar orgullosas de ser
mujeres y de las diferencias que justamente nos hacen únicas e imprescindibles.
Recientemente comencé un taller para mujeres,
simplemente hermoso. Reforzando el valor de la mujer y despertando aquellos
sueños y facetas femeninas que nos hacen algo precioso. Esta semana hablamos
acerca de la fidelidad y despertaron en mí grandes reflexiones que quiero
compartir contigo:
Las mujeres no siempre somos las víctimas
Aunque los hombres sean los más comunes en ser
infieles, las mujeres también caemos en infidelidad, aun cuando no lleguemos a
un acto físico infiel per se. Te explico un poco.
Existen ciertas condiciones que se van dando
durante una relación (matrimonio/concubinato) que generan incomodidad y poco a
poco lejanía entre el hombre y la mujer, muy relacionados con la comunicación. La
mujer necesita ser escuchada, atendida, mimada, quiere romanticismo y anhela el
trato digno de una princesa, al no conseguirlo en su pareja, coloca una barrera
construida sobre el resentimiento y comienza a soñar románticamente con otras
personas e incluso coquetear con otros hombres. En este punto, parece inocente.
Sin embargo, este tipo de infidelidad mental, también destruye la relación,
pues la pareja percibe el rechazo, la descarga de frialdad, comienza la
desconfianza y posiblemente luego la infidelidad física, pero ya va… todo
comenzó en el pensamiento.
La Biblia dice en Romanos 12:2 “cambien su
manera de pensar para que así cambie su manera de vivir”, allí vemos la
relevancia de los pensamientos, ellos conducen nuestras emociones y
posteriormente nuestras actitudes y acciones. Si no desviamos los pensamientos
de lo destructivo a lo constructivo, vamos a echar por tierra esa relación que
levantamos con amor, esfuerzo y tiempo.
Pero no te preocupes, esto se resuelve con
comunicación. A veces es tan difícil decir lo que pensamos ¿no? Lo que
queremos, lo que anhelamos, nos cuesta tanto tener iniciativas románticas
cuando deseamos ser las primeras en recibir. Sin embargo, el mejor antídoto a
la frialdad dentro de la relación es ir contra la corriente y comenzar a hacer
nuestra porción para avivar la llama.
Ser seguidora de Jesús no te exime de ser tentada
Como cristiana, digamos que la sociedad espera
mucho de nosotras como mujeres de Dios. Existen ciertos estándares construidos
en nuestra cabeza de cómo deberíamos ser, así como el maravilloso y muchas
veces atormentante Proverbios 31 que nos coloca una barra alta en términos de
virtudes.
Sin embargo, nuestra naturaleza (somos humanas)
nos recuerda que no somos perfectas, sino que somos poco a poco perfeccionadas
por Dios, en la medida que depositamos en él nuestros más íntimos anhelos.
La Biblia dice en 1 Corintios 10:13 “Ustedes no
han pasado por ninguna tentación que otros no hayan tenido. Y pueden confiar en
Dios, pues él no va a permitir que sufran más tentaciones de las que pueden
soportar. Además, cuando vengan las tentaciones, Dios mismo les mostrará cómo
vencerlas, y así podrán resistir.”
Esto me llena de esperanza, pues puedo
reconocer que no voy a ser expuesta a una situación de la que no tendré oportunidad
de salir, siempre puedo escoger algo distinto, algo bueno. Por otra parte, no
tengo que sentirme culpable al sentirme tentada, más mi responsabilidad es
esforzarme por honrar a Dios, resistir y huir de la infidelidad, del coqueteo,
del toque físico, las llamadas, fotos o miradas inadecuadas. Cuando hago esto,
honro a Dios, me respeto a mí misma y respeto a mi pareja.
Soltera: Tu fidelidad se la debes a Dios
El estar soltera, muchas veces nos invita a mostrarnos
muy disponibles, porque: queremos compañía, ser admiradas, buscadas, deseadas.
Sin embargo, la mujer que se muestra desesperadamente disponible jamás va a
conseguir esa pareja adecuada que quiera invertir románticamente y a largo
plazo su tiempo con ella. ¿Por qué? Porque está desesperada, y se mantiene
enfocando sus esfuerzos en sus deseos insatisfechos y no en su crecimiento
personal o la construcción de algo cimentado en bases firmes y decisiones
sabias.
Es por eso, que en la etapa de soltería
(entiéndase: no-casada) es importante que construyamos una relación íntima y
personal con Dios, que nos mantenga firmes y con dominio propio cuando iniciemos
un noviazgo.
Los noviazgos cristianos tienen las mismas
tentaciones que un noviazgo no-cristiano, es imposible decir que no deseas a la
otra persona íntimamente en todos los aspectos. La diferencia está en que
existe algo llamado “dominio propio” y el profundo deseo de honrar a Dios que
nos hace decir “no vamos a caer”. Y aunque hay noviazgos cristianos que llegan
a tener relaciones sexuales, ciertamente lo que sucede internamente en estas
parejas después de esto, es mucho peor y más difícil de superar que ese pequeño
momento de placer que se dio entre ellos. Es por eso que, estamos llamados
durante nuestra soltería a ser fieles a Dios.
Durante el taller, esta frase vino a mi mente y
quedó muy marcada en mí: “En las parejas que son infieles a Dios durante la
etapa de noviazgo, incrementan las posibilidades de ser infieles el uno al otro
durante el matrimonio” ¿Por qué? Porque si no honras a tu pareja por respeto al
mismo Dios que los unió, ¿qué te va a garantizar que vas a honrarla después del
matrimonio?
Por eso te animo a que construyas la relación
de intimidad y fidelidad a Dios durante tu noviazgo, para así construir algo
firme, íntimo y fiel durante tu matrimonio.
Casada: Goza de la
bendición de la seducción con tu esposo
Para las casadas, el coqueteo no hay que
apagarlo durante toda la vida, ni se acaba luego del matrimonio. Todo lo
contrario, tienes la bendición de Dios de explotar tu “yo” seductor con tu
esposo y de hacer realidad cada anhelo físico y sexual con él. No permitas que
“el tiempo”, “la confianza”, “los hijos”, “la costumbre” llene tu mente de
mentiras y te conviertas en una mujer descuidada, fría y evasiva.
Toma esos mismos atributos que enamoraron a tu
esposo y úsalos a tu favor y a favor de él. Lo casada no te quita lo mujer, y
el tiempo no apaga tu capacidad de seducción si no lo permites.
Toma el ejemplo de Cantares 1:1 donde leemos a
esa mujer que seduce a su esposo “¡Ay, amado mío, cómo deseo que me beses! Prefiero
tus caricias, más que el vino; prefiero disfrutar del aroma de tus perfumes.”
Con respecto a la fidelidad, el psicólogo y
escritor Walter Riso dice “El amor es condición necesaria, pero no suficiente
para ser fiel. La fidelidad también es una decisión. Un acto de la voluntad que
exige atención despierta y capacidad de discriminación para mantenerse alejado
de lo que teóricamente no queremos hacer.”
Enfoca tus pensamientos en la bendición del
matrimonio, en satisfacer tus deseos junto a esa persona con la cual elegiste
pasar el resto de tu vida. El amor construye lo que el deseo de lo ajeno
destruye. Permítete disfrutar de lo que la mujer soltera se limita y vive al
máximo un matrimonio vivo en amor a Dios y amor mutuo. Dios se regocija en
hacer del matrimonio de dos individuos, uno solo.
¿Infiel yo?
Reviewed by Lisangel Paolini
on
11:50 a.m.
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